PROFA OLGA GARCIA DE B
María Dolores Navarro Ronquillo, Lolita, Loló. Veracruzana del alma, nació en Guadalajara, Jalisco un 28 de noviembre de hace 81 años. Durante toda su trayectoria artística siempre reconoció la formación recibida en Veracruz y proyectó a la entidad en escenarios nacionales e internacionales.
Dado que su padre dejó el seminario para casarse, Loló decía que su madre era vista por la familia paterna como si fuera La Mujer del Puerto. Y aunque en efecto dejó la sotana para volverse ferrocarrilero, su gusto por la lectura, la pintura, la música y la poesía, influyeron en la vocación de su hija.
Interna en un colegio religioso de Guadalajara en tiempos de la persecución callista, llega a Orizaba como escala para embarcarse a Mérida, donde la presión gubernamental era menor.
El viejo asilo orizabeño de San Luis Gonzaga se convierte en la escuela Luis González Gómez, que fue el semillero de la incipiente actriz, que debutó a los 11 años interpretando a Catalina de Aragón ataviada con un vestido de novia conseguido a hurtadillas por las propias alumnas.
Concluido su ciclo como interna, va a Xalapa a estudiar para maestra normalista y en 1952 se va a México, empleándose como secretaria, en un despacho de abogados y más tarde para unos laboratorios médicos.
Su regreso a Veracruz propicia un acercamiento con la pintura, que aunque no prospera, le permite tener un contacto más estrecho con las artes.
En aquellos tiempos se forma un grupo de teatro en el Puerto y montan Una noche de primavera sin sueño, cuyo éxito los motiva a planear una nueva puesta en escena. Por desgracia el grupo se divide, y Loló participa en Susana y los jóvenes de Jorge Ibargüengoitia que tuvo un lleno total en la primera función.
Con pasos más firmes decide ir a México a estudiar teatro, pero “no me gusta, yo quería más…”, por lo que decide aceptar la invitación de ir a Nueva York, pensando que ese sería el camino directo a la gloria.
En la ciudad de los rascacielos era asidua a las obras que se presentaban en el Carnegie Hall, en donde se empleó como vendedora de boletos, actividad que combinaba con lecturas públicas de textos teatrales con el director de Prohibido suicidarse en primavera en el Central Park.
Después de seis meses, regresa a Veracruz, y en 1964 comenzó el curso de Arte Dramático en el Ilustre Instituto Veracruzano, y la enseñanza se convierte en su primer empleo pagado. Ahí montaron algunas obras de Cervantes, de Carballido y de Shakespeare.
Por esos años, en Xalapa comenzó el festival de teatro universitario al que el grupo de estudiantes preparatorianos de Loló era invitado “nosotros íbamos con viáticos pagados, pero no los usábamos, porque un amigo nos hospedaba, así que ese dinero me permitía sobrevivir económicamente”.
Para el 450 aniversario de la fundación de Veracruz, se le encomendó organizar las puestas en escena, por lo que planeó usar por primera vez teatralmente el Baluarte de Santiago con Los Argonautas de Magaña y Moctezuma II proporcionada por el mismo autor.
El panorama cambia cuando en 1969 se abre el Museo de la Ciudad de Veracruz, teniendo como primer director a Juan Vicente Melo, quién invita a participar a Loló con el taller de teatro.
No es sino hasta la víspera de su cumpleaños número 50 cuando Hugo Green la invita a participar en una serie de historias de maestros cuya grabación se llevó a cabo en San Julián, cerca del Puerto. El 2 de enero del 80 la busca nuevamente Sergio Olhovich (director de la serie) para ofrecerle continuar, pero en Colima y en Michoacán.
De esta serie se hacen diferentes “bloques” de historias, que tienen cada una un nombre. Quizá con la que más se le identifica es con El que sabe, sabe, filmada en el 83 y para lo que fue suplida en su trabajo en el Museo de la Ciudad.
Después es invitada por Diego Jáuregui a presentar Fotografía en la Playa de Emilio Carballido en la Casa de la Paz, de la UAM y es entonces cuando Lonka Becker establece contacto con ella y le ofrece participar en una cinta que se llama Historias Violentas, que cuenta distintas historias de hechos verídicos, siendo Ultima función en donde ella aparece.
Su segunda película es Viaje al paraíso de Ignacio Retes y que marca el debut de Gabriela Roel. Posteriormente participa en Rescate de Harry con Robert Duvall, originalmente ayudando a Claudia Becker – directora de casting - haciendo un pequeño papel. Más tarde llega Hotel Colonial también con Robert Duvall.
Después filma Rubí Cairo con Andy Mc Dowell y Olimpia Dukakis y posteriormente la cinta Bill Forest.
Más tarde hizo una versión de La rebelión de los Colgados con Juan Luis Buñuel; Lo que importa es vivir de Luis Alcoriza – por la que estuvo nominada a las Diosas de Plata; Sin remitente de Carlos Carrera; Pueblo de Madera de Juan Antonio de la Riva; Santuario de León Belisario; y Filliph, película francesa que trata sobre el tráfico ilegal de niños.
Luego de un año en el que se queda sin trabajar, hace pruebas para Nada Personal, que se convierte en su primera telenovela en forma, significando el inicio de su larga relación con la televisora del Ajusco.
Tras una eliminatoria cerrada en la que “me sentía como en las mises…”, llega por fin la nana Goya, personaje que le trajo grandes satisfacciones “…y es que, a los años que tengo, que te den un trato de estrella y me cuelguen en un espectacular, lo considero como un regalo”.
De regreso al teatro, presentó Los postigos del alma con Angélica Aragón y ese año encabezó el Homenaje a García Lorca, con una puesta en escena y un ciclo de lecturas de sus obras.
Los últimos años de la vida de Loló significaron un alejamiento de las pantallas de televisión no por falta de llamados, sino por la dificultad de desplazarse a la ciudad de México, porque sus piernas comenzaron a fallar y porque su vocación por el teatro era tal, que decidió concentrar sus energías en continuar con lo que fue la obra más importante de su vida: su taller de Teatro.
Junto con su infatigable compañero Carlos Arturo Corona, no cesaba de planear y de soñar en nuevas puestas teatrales que lo mismo llevaba a las colonias populares, que lograba presentar en algún recinto público.
Siempre será la más pispireta Doña Brígida de un Don Juan Tenorio que año con año sigue presentándose llegado noviembre; al igual que su ya tradicional Pasión de Cristo y su contribución a la cultura cívica con Voto luego Existo, obras por las que invariablemente buscaba obtener apoyo para que siguieran presentándose en forma ininterrumpida.
Su presencia en los lugares más típicos del Puerto siempre llamaba la atención. Era un personaje de Veracruz, cuyas calles ya no verán su andar alegre y su plática llena de anécdotas que compartía con todo aquel que la escuchaba.
Es una gloria del cine y la televisión, orgullo de un Veracruz al que quiso tanto, que lo escogió para dejar su legado y descansar en él.